Se despedazaron mutuamente. Comenzó con gritos y rencores y terminó con miembros desprendidos del cuerpo, saltando en todas direcciones. Luego de dos días sangrientos, se enfrentaban en la cocina el tórax de él y la mano izquierda de ella, que aprovechó un momento en que él le daba la espalda para arrojarle el cuchillo eléctrico y partirlo en dos. El corazón salió disparado, chocó contra la cafetera y cayó al suelo, latiendo con debilidad. Al comprender su sufrir, la mano olvidó el porqué de la rencilla y corrió a auxiliarlo; lo acunó en su palma y lo meció con suavidad mientras los latidos se hacían más espaciados y el corazón al fin expiraba. Viéndolo así, inerte, la mano pudo al fin recordar cómo empezó el cariño entre ellos y lloró su pérdida. Lo depositó con ternura en un cucharón, lo besó con el pulgar y después, con el mismo cuchillo eléctrico, se cortó la vena.
abril 11, 2005
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